lunes, 11 de abril de 2011

La cochinilla en Canarias

La cochinilla en Canarias:En Tenerife la cochinilla fue el cultivo de recambio en la etapa 1860-1878. Llegó a alcanzar el 90 por ciento de las exportaciones, transformando sustancialmente la economía.

El negocio de la grana estaba vinculado a la consignación de buques y al carboneo , pues los barcos británicos que hacían escala en Santa Cruz, en su viaje de vuelta aprovechaban su estadía para cargarla. Los mejores años de producción fueron desde 1845 a 1866, pues solo en este último, se exportaron al mercado británico más de tres millones de libras. Los fletes de retorno a Europa constituyeron el elemento clave para entender el comercio de la cochinilla en este siglo. La política librecambista inglesa, propiciada a partir de 1846, liberó las exportaciones canarias de cargas y gravámenes arancelarios, así como el alentador efecto de las franquicias insulares, a partir de 1852, favorecieron la importación de abonos y un gran impulso productivo y comercial. Cuando en la Exposición Internacional de Londres (1862) se presentaron los avances de la Química en relación a los colorantes artificiales obtenidos a partir de la hulla (Magenta y Solferino) se aceleró el proceso de crisis en la exportación de la grana


Cultivo en Canarias. Actualidad:La aparición de los tintes sintéticos hizo que se convirtiera en un cultivo marginal. Sólo tiene cierta importancia en Lanzarote donde hasta el año 96 existían 200 hectáreas sembradas de tuneras. En La Palma se producen unos 5.000 kilos anuales. La tradición de recolectar cochinilla se ha perdido y se aprovecha mucho más el tuno. Se trata de un cultivo ecológico al que prácticamente no le afectan las plagas. Ayuda al mantenimiento del suelo, evita la erosión y ofrece además la posibilidad del aprovechamiento de los tunos. El tinte de la cochinilla que se produce en Canarias puede competir sin problemas con el de países como México, Colombia ,Perú o Chile. Se utiliza mucho en la alimentación, por ejemplo en los yogures (el colorante E-120), chorizos, caramelos, ropa, textiles, cosméticos o en la industria farmacéutica (jarabes, pastillas...). Los tintes sintéticos o industriales son mucho más baratos pero mucho menos inocuos.

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